Incluso en las peores circunstancias, la actitud mental es fundamental para un buen pronóstico y una mejor recuperación. El ser positivo, optimista, agradecido y tener fe en que las cosas van a ir bien puede ser determinante en la resolución de la situación. Así pues la enfermedad y actitud mental tienen un vínculo estrecho.
Hay estudios que avalan que la actitud mental y el estado psicológico son indicadores importantes en la evolución de cualquier tipo de enfermedad. Incluso en enfermedades como el cáncer, el estado mental del paciente y la actitud con la que afronte la enfermedad influirán en el transcurso de esta.
Vivir la enfermedad desde una óptica positiva, viendo lo que se puede aprender a través de su experimentación, observar los cambios positivos que suceden alrededor como el apoyo de los familiares, confiar en que el cuerpo es fuerte para aguantar su evolución y sentir que todo puede ir bien es esencial para su superación.
Del mismo modo, el ambiente que rodea al enfermo influirá en este y el transcurso de su enfermedad. Es importante que sus allegados también tengan una buena actitud mental, positiva, calmada y confiando en la capacidad del enfermo para superarla.
Así pues, la FUERZA, FE, POSITIVISMO, AGRADECIMIENTO y ACEPTACIÓN ayudarán a cualquier persona a afrontar cualquier situación o enfermedad.
La intervención psicológica ayuda a la persona a adoptar esta actitud mental positiva y a ir integrando funcionalmente los cambios e improvistos que puedan ir surgiendo, de igual modo que ayuda a la familia a comprender mejor al que padece y por tanto generar un clima positivo que le aporte una mayor calidad de vida y contribuya a su recuperación.