La regulación de las emociones o regulación emocional es una capacidad necesaria para una buena adaptación y salud. Esta capacidad se aprende a través del apego o vínculo afectivo, por lo tanto nos tenemos que remontar a nuestras relaciones más tempranas y en especial la relación con la madre o figura cuidadora.
El bebé no tiene la capacidad de regular sus propias emociones, pues su cerebro está aún en desarrollo (actúa desde la parte subcortical, la parte cortical donde residen las capacidades superiores como el lenguaje, pensamiento, toma de decisiones… está aún en desarrollo) y por lo tanto necesita de la figura de apego para “aprender a cuidarse”. La madre debe identificar y responder a las necesidades del bebé, proporcionándole el cuidado que necesita y calmar sus emociones. Con el tiempo el niño, a través de esta relación de sintonía y cuidado internaliza a la mamá o la figura cuidadora como un objeto constante que cuida y le da lo que necesita. Así pues, la regulación de nuestros estados internos empieza con la regulación que nos proporciona la relación con la figura de cuidado para acabar siendo una regulación proporcionada por nosotros mismos o autorregulación.
Por lo tanto, cuando el bebé no ha sido cuidado de manera debida o ha padecido negligencia, abuso o abandono, sus estructuras neurobiológicas no se habrán desarrollado de un modo debido y esto se reflejará en su manera de manejar sus experiencias, teniendo dificultades en la regulación de las emociones y respondiendo de forma no adecuada en según que situaciones.
Por estos motivos, es de gran importancia trabajar con las capas subcorticales de nuestro cerebro en la terapia, donde residen estas experiencias somatosensoriales tempranas que han sido tan determinantes a la hora de formar nuestro funcionamiento actual.
Brainspotting nos facilita el acceso a estas experiencias subcorticales y a través del neuroprocesamiento que genera, junto la relación terapéutica podremos reparar los daños ocasionados en etapas tan tempranas, generando así un cambio en nuestro funcionamiento actual. A través de la terapia verbal, no podremos acceder a este tipo de experiencias tan profundas y por lo tanto no será posible generar cambios permanentes en nuestro modo de sentir y reaccionar, pues únicamente estaremos trabajando con la parte cortical del cerebro.